El crecimiento espiritual no cesa
cuando el ser se entrega a la conquista de los relevantes valores del bien.
Muchas veces, los choques
producidos por fenómenos antagónicos, cuando son debidamente conducidos,
contribuyen al proceso de desarrollo y apresuran la manifestación de los
recursos adormecidos.
Es por eso que muchos desafíos se
expresan como invitaciones - tentaciones para los embates perversos y
peligrosos.
Ante ellos, la serenidad desempeña
un papel fundamental porque diluye sus impactos perniciosos, las celadas
crueles.
Porque pululan al lado de los
trabajadores los que se permiten la pereza; al lado de los idealistas los que
viven y cultivan el pesimismo; junto a los buenos, aquellos otros que se
complacen en la anarquía y en la inferioridad, se multiplican las trampas de la
iniquidad y del vicio, con las que amenazan y buscan producir conflictos y
desórdenes.
Sin embargo, teniendo en cuenta que
sólo hay victoria real después de la lucha superada, las pruebas pierden su
rigor ante los comportamientos firmes de aquellos que trabajan por la Verdad,
que no cayeron en las trampas que les tendieron y que prosiguen impertérritos y
felices.