El éxito
suscitado por la divulgación de las ideas espiritas, en ocasión del lanzamiento
de EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS EN 1857,
provocó un aluvión de cartas dirigidas a
KARDEC. En la mayoría se consultaba al CODIFICADOR
sobre algún punto de la doctrina, en tanto que otras contenían
descripciones de los insólitos fenómenos espiritas que brotaban por todas
partes y requerían explicaciones al respecto. Como si eso fuera poco, crecía el
flujo de visitantes, incluso de la nobleza local y extranjera, que acudían a su
casa ansiosos de elucidaciones más específicas.
En esa
época, EUROPA SÓLO CONTABA CON UN
PERIÓDICO DEDICADO A LA DIVULGACIÓN DEL ESPIRITISMO que, por otra parte, se
editaba en Ginebra, lejos de la efervescencia de París y prácticamente fuera
del alcance de los lectores de la Ciudad Luz. Todo lo contrario ocurría en
Estados Unidos, nación favorecida con diecisiete periódicos consagrados al
espiritualismo.