CONTINUCIÓN
VIENE DE LA PRIMERA PARTE…
En
definitiva: somos lo que pensamos y respiramos el clima psíquico que
nosotros mismo vamos formando. Haciendo un paralelismo con el conocido
refrán que dice: “dime con quién
andas y te diré quién eres”, se podría decir desde el conocimiento
espírita “dime lo que piensas y te diré que compañías espirituales
Como
consecuencia, tenemos que ser conscientes y asumir que los espíritus nos rodean
por todas partes, influenciándonos de múltiples maneras, de modo que podemos
encontrar en esta influencia, desde la actuación beneficiosa y saludable de los
Buenos Espíritus que nos ayudan y aconsejan, hasta entidades espirituales que
nos pueden hacer daño y perjudicar. Cuando
estas influencias adquieren dicho carácter negativo, estamos hablando de la
obsesión espiritual.
Por lo tanto, podemos
definir la obsesión como “la influencia o acción negativa que un
espíritu ejerce sobre otro”.
Por otro lado, no
cometamos el error de atribuirlo todo a los espíritus.
Es innegable la influencia del mundo
espiritual sobre cada uno de nosotros, pero no los hagamos responsables siempre
a ellos de todo lo que nos sucede.
La obsesión, como nos
explica Allan Kardec, puede ser ejercida por
diversos motivos, empleando variados recursos y que presenta caracteres muy
diferentes, dependiendo del grado de opresión y de unión entre el anfitrión y
su huésped: desde la más simple tentación o influencia moral leve, sin señales
exteriores sensibles, hasta
Verdaderos casos de
sujeción permanente que logran la perturbación completa del organismo y de las
facultades mentales del obsesado, cuyos efectos pueden ser de muy distinta
naturaleza y gravedad.
En la FASCINACION el
espíritu obsesor ilusiona los sentidos y el pensamiento de su presa, con tal
habilidad, que le inspira una confianza total, hasta llevarle a creer y hacer
las cosas más absurdas y ridículas.
Poco a poco, el fascinado
se va rindiendo a las vibraciones del espíritu fascinador, aceptando todo lo
que este le transmita, sin dudar ni cuestionarse las ideas sugeridas, debido a
esta especie de hechizo que padece en el que su capacidad de juicio queda
anulada y entregada completamente a su obsesor.
La gravedad de la
fascinación, pues, radica en que el fascinado jamás reconocerá estar sufriendo
una influencia exterior, creyéndose en todo momento dueño de la situación en
que se encuentra y rechazando toda advertencia o ayuda.
Para los médiums, la
fascinación es bastante grave, ya que puede dejarse manipular por el
pensamiento del espíritu comunicante inspirándole una confianza ciega, y con
ello no creerse ser engañado. Por ello, es necesario la instrucción, la humildad
y la práctica del evangelio para no caer en el orgullo y la vanidad del
mediador.
No olvidemos que la
fascinación le puede suceder a cualquier persona encarnada y estaría en un
error si se creyera que este género de obsesión no puede alcanzar sino a personas
sencillas, ignorantes y desprovistas de juicio; los hombres más discretos, más
instruidos y más
inteligentes bajo otros conceptos no están exentos de esto, lo que prueba que
esta obsesión es efecto de una causa extraña, de la que sufren la influencia.
Para llegar a tales fines
el espíritu desencarnado es hábil, astuto, inteligente, para hacerse aceptar
con ayuda de la máscara que sabe tomar y de un falso semblante de virtud; las
grandes palabras de caridad, humildad y de amor de Dios son para él como
credenciales; pero a
través de todo esto deja penetrar las señales de inferioridad, por lo que es
necesario estar fascinado para no ver.
Por otro
lado los espíritus obsesores temen a todas las personas que ven demasiado
claro; así es que su táctica es casi
Siempre
la de inspirar a su intérprete el alejamiento de cualquiera que pudiera abrirle
los ojos; por este motivo, evitando toda contradicción, siempre tiene la
seguridad de tener razón.
Quiero decir, que esto no
solamente le ocurre a los médiums espiritistas, sino a todas las personas de
cualquier ideal; unos podrán saber que son mediadores, pero hay una gran
mayoría que no lo saben.
PROXIMA ENTREGA: La
fascinación puede ser de espíritu a encarnado y de encarnado a encarnado.
CONTINUACIÓN (TERCERA PARTE-FINAL)
AUTORES: A.P.P
A.M.G.A.
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biblioteca: http://www.luzespiritual.org/
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