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jueves, 4 de septiembre de 2014

entr # 27 La obsesión espiritual y la fascinación. (SEGUNDA PARTE)

CONTINUCIÓN VIENE DE LA PRIMERA PARTE…

En definitiva: somos lo que pensamos y respiramos el clima psíquico que nosotros mismo vamos formando. Haciendo un paralelismo con el conocido refrán que dice: dime con quién andas y te diré quién eres, se podría decir desde el conocimiento espírita dime lo que piensas y te diré que compañías espirituales
Tienes”.



 Como consecuencia, tenemos que ser conscientes y asumir que los espíritus nos rodean por todas partes, influenciándonos de múltiples maneras, de modo que podemos encontrar en esta influencia, desde la actuación beneficiosa y saludable de los Buenos Espíritus que nos ayudan y aconsejan, hasta entidades espirituales que nos pueden hacer daño y perjudicar. Cuando estas influencias adquieren dicho carácter negativo, estamos hablando de la obsesión espiritual.
Por lo tanto, podemos definir la obsesión como “la influencia o acción negativa que un espíritu ejerce sobre otro”.
Por otro lado, no cometamos el error de atribuirlo todo a los espíritus.
 Es innegable la influencia del mundo espiritual sobre cada uno de nosotros, pero no los hagamos responsables siempre a ellos de todo lo que nos sucede.
La obsesión, como nos explica Allan Kardec, puede ser ejercida por diversos motivos, empleando variados recursos y que presenta caracteres muy diferentes, dependiendo del grado de opresión y de unión entre el anfitrión y su huésped: desde la más simple tentación o influencia moral leve, sin señales exteriores sensibles, hasta
Verdaderos casos de sujeción permanente que logran la perturbación completa del organismo y de las facultades mentales del obsesado, cuyos efectos pueden ser de muy distinta naturaleza y gravedad.
En la FASCINACION el espíritu obsesor ilusiona los sentidos y el pensamiento de su presa, con tal habilidad, que le inspira una confianza total, hasta llevarle a creer y hacer las cosas más absurdas y ridículas.

Poco a poco, el fascinado se va rindiendo a las vibraciones del espíritu fascinador, aceptando todo lo que este le transmita, sin dudar ni cuestionarse las ideas sugeridas, debido a esta especie de hechizo que padece en el que su capacidad de juicio queda anulada y entregada completamente a su obsesor.
La gravedad de la fascinación, pues, radica en que el fascinado jamás reconocerá estar sufriendo una influencia exterior, creyéndose en todo momento dueño de la situación en que se encuentra y rechazando toda advertencia o ayuda.
Para los médiums, la fascinación es bastante grave, ya que puede dejarse manipular por el pensamiento del espíritu comunicante inspirándole una confianza ciega, y con ello no creerse ser engañado. Por ello, es necesario la instrucción, la humildad y la práctica del evangelio para no caer en el orgullo y la vanidad del
mediador.
No olvidemos que la fascinación le puede suceder a cualquier persona encarnada y estaría en un error si se creyera que este género de obsesión no puede alcanzar sino a personas sencillas, ignorantes y desprovistas de juicio; los hombres más discretos, más
instruidos y más inteligentes bajo otros conceptos no están exentos de esto, lo que prueba que esta obsesión es efecto de una causa extraña, de la que sufren la influencia.
Para llegar a tales fines el espíritu desencarnado es hábil, astuto, inteligente, para hacerse aceptar con ayuda de la máscara que sabe tomar y de un falso semblante de virtud; las grandes palabras de caridad, humildad y de amor de Dios son para él como
credenciales; pero a través de todo esto deja penetrar las señales de inferioridad, por lo que es necesario estar fascinado para no ver.


 Por otro lado los espíritus obsesores temen a todas las personas que ven demasiado claro; así es que su táctica es casi
Siempre la de inspirar a su intérprete el alejamiento de cualquiera que pudiera abrirle los ojos; por este motivo, evitando toda contradicción, siempre tiene la seguridad de tener razón.
Quiero decir, que esto no solamente le ocurre a los médiums espiritistas, sino a todas las personas de cualquier ideal; unos podrán saber que son mediadores, pero hay una gran mayoría que no lo saben.

PROXIMA ENTREGA: La fascinación puede ser de espíritu a encarnado y de encarnado a encarnado.
CONTINUACIÓN (TERCERA PARTE-FINAL)
AUTORES: A.P.P
               A.M.G.A.
Descargas gratis el texto completo español: biblioteca: http://www.luzespiritual.org/
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