La Providencia es el
cuidado que Dios brinda a sus criaturas. Dios está en todas partes, lo ve todo,
y todo lo preside, incluso las más pequeñas cosas: en eso consiste la acción
providencial.
¿Cómo Dios, tan grande
y poderoso, y tan superior a todo, puede inmiscuirse en detalles ínfimos,
preocuparse por los mínimos actos y pensamientos de cada individuo? Esa es la
pregunta que se plantea el incrédulo, quien expresa además que, aunque se admita
la existencia de Dios, su accionar debe limitarse a las leyes generales del
Universo, puesto que, como éste funciona desde siempre en virtud de las
mencionadas leyes, a las cuales toda criatura está sujeta, no habría necesidad
de esa participación incesante de la Providencia.
21. En el estado
actual de inferioridad y extrema limitación de sus facultades, los hombres no
pueden comprender a un Dios infinito, de ahí que lo conciban como un ser
limitado y circunscrito, es decir, un dios a su imagen y semejanza. Los cuadros
que lo muestran con apariencia humana contribuyen a sostener ideas equivocadas
en el espíritu de las masas, quienes adoran a Él más en la forma que en el
pensamiento. Para la mayoría Dios es un gran rey que está sentado en un trono inaccesible,
perdido en la inmensidad de los cielos, y debido a lo limitado de sus
percepciones y facultades no comprenden que Dios pueda dignarse intervenir en
sus pequeñas cosas.
22. El hombre no es
capaz de comprender la esencia íntima de Dios, le resulta imposible, razón por
la cual es importante la idea aproximada que tenga de él, aun cuando se base en
comparaciones imperfectas.
Imaginemos un fluido
sutil capaz de penetrar todos los cuerpos, mas sin inteligencia y actuando
mecánicamente por medio de las fuerzas materiales. Pero si suponemos a ese
fluido dotado de inteligencia, de facultades perceptivas y sensitivas, ya no
actuará ciegamente, lo hará con discernimiento, voluntad y libertad, y será
capaz de ver, escuchar y sentir.
23. Las propiedades
del fluido periespiritual pueden ayudarnos a entender: el periespíritu de por
sí no es inteligente, ya que es materia, pero es el vehículo del pensamiento,
de las sensaciones y percepciones del espíritu.
El fluido
periespiritual no es el pensamiento del espíritu, pero sí el agente o el
intermediario de ese pensamiento. Como es él que lo transmite, está en cierta
forma impregnado del mismo. Nosotros no somos capaces de separarlo, puesto que
pareciera constituir una unidad con el fluido, así como el sonido parece integrarse
con el aire. En cierta manera, por lo tanto, estamos materializando el
pensamiento. Tomando el efecto por la causa, del mismo modo que decimos que el
aire se vuelve sonoro, podríamos decir que el fluido se manifiesta inteligente.
24. Ya sea que el pensamiento
de Dios actúe directamente o por intermedio de un fluido, para facilitar las
cosas vamos a representarlo bajo la forma concreta de un fluido inteligente que
llena el Universo infinito y penetra todas las cosas de la Creación: la
Naturaleza entera está sumergida en el fluido divino, o, en virtud del
principio que establece que las partes de un todo son de la misma naturaleza y
tiene iguales propiedades que el conjunto, cada átomo de ese fluido, si se
puede explicarlo así, posee el pensamiento y los atributos esenciales de la
Divinidad. Dicho fluido está por doquier y todo está sujeto a su accionar
inteligente, a su previsión, a su solicitud, pues todos los seres, por más
pequeños que sean, están saturados de él. Estamos constantemente en presencia de
Dios. No podemos sustraer a su mirada ni una sola de nuestras acciones y
nuestro pensamiento está en contacto incesante con el suyo. De ahí que se diga
que Dios está en lo más recóndito de nuestro corazón. Nosotros estamos en Él,
como Él está en nosotros, según la palabra de Cristo.
Dios no necesita
mirarnos desde lo alto para extender su cuidado sobre nosotros. Para que Él
escuche nuestras plegarias no es necesario atravesar el Espacio ni orar en voz
alta, ya que Él está a nuestro lado y nuestros pensamientos repercuten en Él.
Son como los sones de una campana que hacen vibrar las moléculas del aire
circundante.
25. No tenemos la
intención de materializar a Dios. La imagen del fluido inteligente es sólo una
comparación más aproximada de Dios que los cuadros que lo representan como un
hombre: su objeto es hacernos entender que Dios está por doquier y que puede
ocuparse de todo.
26. Constantemente nos
acordamos de un ejemplo ideal para mostrarnos de qué manera la acción de Dios
ejerce su imperio en lo más íntimo de cada ser y cómo las impresiones más
tenues de nuestra alma llegan hasta Él. Fue un espíritu quien nos brindó este
ejemplo.
Fragmento, Tomado del libro: EL GÉNESIS LOS
MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO: POR ALLAN KARDEC.
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